Allí mismo les pusieron la mesa y los oficiales almorzaron. Después de comer, y para sorpresa del peluquero, el barbero y sus mozos, el capitán Tenecki se sentó de nuevo en el sillón con la servilleta aún bajo la barbilla, y pidió un corte al cero para él y todo su séquito, incluidas las cejas.
- ¿Por qué lo hace, señor capitán? - se atrevió a preguntar el barbero-. El pelo es como la ropa.
- Justo por eso - dijo Tenecki y se repantigó en la silla-, los feos combaten mejor.
Mientras le cortaban el pelo, mandó a su ordenanza, que lo esperaba en la entrada, que afilara el sable para la mano izquierda. Y también la vaina del sable.
- El señor capitán quiere decir que afile el sable, no la vaina.
- Mi sable siempre está afilado, señorito. Tú, ¡ponte la cola en la boca, y obedece! - respondió al ordenanza, que desapareció para afilarle la vaina y el sable para la mano izquierda, asombrado, porque sabía que el capitán no era zurdo.
- ¿Se prepara para una nueva victoria, mein Herr? - le preguntó el barbero mientras le cortaba el pelo por segunda vez.
- No has acertado, halcón mío, me preparo para quedarme donde estoy.
- ¿Qué quiere decir, mein Herr?
- ¿Has visto alguna vez un fresco de Cristo dando la comunión?
- ¿De Cristo? Sí, lo he visto, son dos, uno reparte el pan, el otro vino. Uno está vuelto hacia un lado del mundo, el otro siempre hacia el otro.
- Cierto. Ya ves lo rápido que lo has entendido. Como no se pueden dar a la vez pan y vino, eso significa que el Cristo que ofrece pan es mayor que el que da vino, o al revés. En otras palabras, si el vino es el futuro, el pan es el pasado. Lo mismo pasa con los lados del mundo. Lo que está pintado en el fresco de la comunión de los apóstoles es, por tanto, el tiempo.
- ¿Por qué lo hace, señor capitán? - se atrevió a preguntar el barbero-. El pelo es como la ropa.
- Justo por eso - dijo Tenecki y se repantigó en la silla-, los feos combaten mejor.
Mientras le cortaban el pelo, mandó a su ordenanza, que lo esperaba en la entrada, que afilara el sable para la mano izquierda. Y también la vaina del sable.
- El señor capitán quiere decir que afile el sable, no la vaina.
- Mi sable siempre está afilado, señorito. Tú, ¡ponte la cola en la boca, y obedece! - respondió al ordenanza, que desapareció para afilarle la vaina y el sable para la mano izquierda, asombrado, porque sabía que el capitán no era zurdo.
- ¿Se prepara para una nueva victoria, mein Herr? - le preguntó el barbero mientras le cortaba el pelo por segunda vez.
- No has acertado, halcón mío, me preparo para quedarme donde estoy.
- ¿Qué quiere decir, mein Herr?
- ¿Has visto alguna vez un fresco de Cristo dando la comunión?
- ¿De Cristo? Sí, lo he visto, son dos, uno reparte el pan, el otro vino. Uno está vuelto hacia un lado del mundo, el otro siempre hacia el otro.
- Cierto. Ya ves lo rápido que lo has entendido. Como no se pueden dar a la vez pan y vino, eso significa que el Cristo que ofrece pan es mayor que el que da vino, o al revés. En otras palabras, si el vino es el futuro, el pan es el pasado. Lo mismo pasa con los lados del mundo. Lo que está pintado en el fresco de la comunión de los apóstoles es, por tanto, el tiempo.
El último amor en Constantinopla, Milorad Pavić
i és nou i m'ha costat 5 euros. Crec que haurem de tenir present en Pavić. Encara m'haig de llegir el llibre però el format, com a mínim, és original. Terriblement original
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